La
Imaginación de Pepita
Un día estaba
Pepita con su familia en la gran terraza de su casa, allí jugaba con sus primos
y con sus tíos, sus papás habían organizado una barbacoa. Mientras Pepita y sus
primos jugaban en la piscina que habían montado, los mayores asaban en una de
las barbacoas deliciosas longanizas, chuletas... y en la otra unas riquísimas
sardinas que sus tíos Daniel y Sonia habían traído. A Pepita le gustaban mucho
estas reuniones familiares, pues era la única vez al año que se veían todos
juntos.
Había llegado la hora de la comida, y los
abuelos les llamaron a Pepita y sus primos para que fueran a la mesa que habían
preparado para esta ocasión. Todos comenzaron a degustar la comida. A su abuelo
Raimundo le gustaban mucho las sardinas, y siempre que traían era el que más
comía. De repente ocurrió que todos vieron que en la silla donde se sentaba el
abuelo, ahora había un gato; todos comenzaron a llamarle pero el abuelo no
contestaba. Pepita como era pequeña y solía tener mucha imaginación empezó a
creer que de comer tantas sardinas su abuelo se había convertido en un gato, y
se lo contó a todos los presentes. Todos comenzaron a reírse de la imaginación
de Pepita. La abuela, sus papás y sus tíos seguían buscando al abuelo, pues al
no contestar este a las llamadas se comenzaron a preocupar de verdad. No cabían
en su asombro de que Pepita pudiera tener razón, cuando de repente el abuelo
apareció por la puerta de la casa, y se dieron cuenta de que el supuesto gato
que había suplantado al abuelo, resultó ser el de unos vecinos del barrio, que
al pasar por allí cerca olió las sardinas y decidió apuntarse a la comida
aprovechando que el abuelo se había levantado en un momento en el que todos
estábamos distraídos. Al final todo terminó en una divertida anécdota.
FIN
FIN
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